Polvos de estrellas
Ayer deseé que hoy nos convirtiéramos
en polvos de estrellas, que el aire nos llevara lejos y que finalmente llegáramos
todos a nuestro destino final, dicho más duramente: deseé que todo se acabara y
que muriéramos, pero aquí estoy, en la fría cama del hospital, las paredes
grises y tristes. El médico me dijo que las podía decorar pero las prefiero así,
sin vida casi como yo. Hace un año me diagnosticaron de una enfermedad rara que
según mi doctor sola la sufre el 0,2% de la población, así que desde entonces
no puedo salir, mis padres solo pueden visitarme durante media hora a la
semana, con mascarillas por cuestión de contagio, me siento como un bicho raro
cuando entran con la sonrisa forzada en la cara y me dicen que todo irá bien
pero todos sabemos que no es así. Mi madre no se aguanta las lágrimas y siempre
sale antes de que acabe la media hora, y mi padre se va detrás de ella.
Paso la mayor parte de mi tiempo
leyendo los libros que me trae mi enfermera, Clare. Creo que sin ella me hubiera
vuelto loca, ella es la única que me trata como a una persona normal.
Estaba leyendo hasta que de repente me
sobresaltan unos golpes en la puerta y antes de que pueda contestar entra una
mujer inhumanamente hermosa sin decir una palabra me coge de la mano y me guía
hasta el pasillo, y casi como por arte de magia aparecemos en un lugar que nunca he visto antes y la chica que antes
me cogía de la mano ya no está.
Me puse a dar vueltas en busca de
señales de vida, no hay nada más que oscuridad y a lo lejos muy a lo lejos una
luz. Empiezo a correr desesperadamente hacia ella y cuando ya estoy cerca me
golpea una imagen de mi misma en la cama del hospital y Clare llorando a mi
lado y me doy cuenta entonces que mi deseo se ha cumplido.
IMAN AJOUAOU
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